Máquina de amor y precisión
Si yo tuviera una guillotina
cortaría las tartas de cumpleaños
con un corte perfecto, clínico, certero,
si yo tuviera una guillotina
cortaría mis historias de amor
con un corte definitivo, temprano, certero.
Si yo tuviera una guillotina
si yo tuviera una guillotina
si yo tuviera una guillotina
cuantas cosas guillotinaría.
No pararía,
poca pausa y descanso habría
para mi hermosa máquina de amor y precisión.
Los sábados por la mañana la limpiaría y la engrasaría
en la puerta de casa,
junto a los vecinos
que limpian y engrasan sus coches,
me mirarían primero sorprendidos y luego asustados,
mientras el brillo de los dientes en mi sonrisa
y el de la afilada hoja de mi guillotina
rimarían como un poema
ante los dorados rayos de sol
en esta hermosa mañana de sábado.
Tus cortes de pelo, el dobladillo de los pantalones,
cortes de mangas, de tráfico, de césped, de agua,
mayonesas cortadas,
cortes de digestión en lagos y playas,
prepucios, coletas, cien gramitos de jamón de yor
y cómo olvidarme de tus bellas uñas,
no, no me olvido,
también de ellas daríamos cuenta
si yo tuviera una guillotina.
Si yo fuera un avestruz
no escondería la cabeza en un agujero,
la pondría sobre el mullido reposa cabezas,
miraría las nubes en lo alto,
la multitud expectante, enfrente,
y serena y fría, sobre mí,
la cuchilla afilada,
levemente temblorosa,
agitada por el viento.
Créeme, no escondería la cabeza,
todo pendería para mí de un hilo
si yo tuviera una guillotina.
Si yo tuviera mi guillotina,
mi hermosa máquina de amor y precisión,
la llevaría allí donde fuera,
al servicio, siempre,
de la revolución
y de tu corte de pelo.