Jiménez del Oso
Un sábado por la tarde
en mitad de los años ochenta
Jiménez del Oso
era entrevistado en televisión.
Yo estaba solo en mi casa,
leyendo, o mirando al techo;
pensando en nada con los pies en alto.
Una pregunta
me hizo prestar atención:
¿es posible, para su parecer de experto,
que una persona albergue
en su interior
al demonio?
Sí, contestó,
sí, claro que es posible,
se conocen no pocos casos,
muy bien documentados.
Me puse la mano en la boca,
recuerdo que me puse la mano en la boca,
y es extraño,
porque si quieres sacar
algo que tienes dentro
lo mejor es no tapar las posible salidas,
pero quizá era el diablo mismo,
el que me dirigía,
y riéndose, llevaba mi propia mano a mi boca,
como diciendo aquí estoy y aquí me voy a quedar.
Creo que nunca más he hecho ese gesto,
es un gesto de horror,
y de desconsuelo.
Y yo estaba desconsolado y salí así,
la mano en la boca,
hacia la calle, corriendo.
Y hacía un sábado estupendo de primavera
y los rayos del sol se filtraban entre los árboles,
y justo por allí cruzaba un amigo llamado Evelio,
paseando en bici junto a su padre.
Este me preguntó, ¿está todo bien, Daniel?
asentí y conseguí decir, sí,
sí, todo bien.
No parecieron muy convencidos,
pero debieron de pensar que no era cosa suya
y siguieron su camino.
Es absolutamente imposible
que esas dos personas,
dondequiera que vivan y estén en este momento,
recuerden un encuentro tan leve e intrascendente
de hace tantísimos años.
Al contrario, yo puedo describir sus ropas,
sus caras bicicletas, sus miradas;
y también, con la misma certeza,
el desapego y la distancia en sus pensamientos,
mientras se alejaban de aquel niño
tan extraño
que corría tapándose la boca con la mano.
Entonces, en aquel sábado de primavera de mitad de los ochenta,
aún no tenía a punto,
aún no tenía preparada,
mi capa de normalidad.
La capa de normalidad es el gran poder de superhéroe
que desarrollé en aquellos años,
tan potente y efectiva
como las capas de invisibilidad
que otros superhéroes visten;
o la capacidad de volar como un pájaro,
o ver a través de blusas, o escalar paredes, etcétera.
Esta es mi especialidad, la capa de normalidad,
puedo ponérmela y nadie nota nada;
la capa de normalidad, la que me permite
que pueda relacionarme con vosotros ahora,
la que me permite estar aquí
tratando con vosotros, los normales,
tan normalmente.
No sé qué diría Jiménez del Oso
de mi capa de normalidad
tal vez, probablemente, diría:
Se conocen no pocos casos
muy bien documentados.
Y sbí, claro que sí,
claro que es posible,
eso diría, si le preguntaran.
NOTA: ¿Te acuerdas de Jiménez del Oso? Era un psiquiatra experto en temas de misterio y parasicología. Salía mucho por televisión en aquellos años. Guardaba un claro parecido con el Dr. Bacterio, de los tebeos de Mortadelo. En la mente de un pequeño de entonces no era extraño relacionarlos y mezclarlos. Pero a diferencia de Bacterio en Jiménez del Oso había algo siniestro que asustaba.